lunes, 7 de mayo de 2007

Relato

Tic

Siempre pensó que veintiséis sería el número perfecto. No uno menos ni uno más, puesto que esas eran las dos malditas o divinas horas del día. Juntas dormirían placidamente las estipuladas para el descanso, ya que el seis del diablo se apoderó de su tiempo de sueño hace años. Por separado, partidas en medias, la necesidad, la relajación, el disfrute y la dedicación personal serían dueñas indiscutibles y justas, claro está. Pero malditas dos que se trabajan pensó ella. Malditas dos más que se sufren, malditas dos que se alarga una espera, que se dilata una vida, que se extiende una disputa o que deciden sin más.
Pensó en añadir al tic-tac del reloj un “toc”, o algo que sumara algunos segundos en el día, pero se olvidó de que con tanto toc el tiempo de aclarar qué hacer con su vida se volvía a prorrogar.

ALMA

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